Alertado por un comentario de la maestranda Adriana Corral en nuestro blog de docencia en
Historia Social de la Educación visitamos
educ.ar en busca de un reportaje a Francis Pisani realizado por Carolina Gruffat y Pablo Manzini.
Francis Pisani es uno de los periodistas más actualizados en temas de internet. Escribe actualmente para diarios como
El País, de España, y
Le Monde, de Francia. Estuvo presente en aconteceres míticos de la realidad política durante el año 1968 (ofensiva del Tet en Saigón, Mayo Francés, Primavera de Praga, La Habana). Con el mismo sentido de la oportunidad, y el mismo olfato para detectar los hechos vectores de porvenir, ahora vierte su mirada filosa y su capacidad de articular pautas que conecta en la interfaz tecnología/sociedad.
—¿De qué forma cambió su profesión con la irrupción de Internet?
—Como periodista, yo hablo de un periodismo humilde. Hace cuarenta años, cuando empecé en la profesión, yo era el único que tenía acceso a “la verdad”. Cuando estaba en Nicaragua, en la revolución yo estaba ahí. Ningún otro francés estaba. Entonces yo escribía y nadie podía decir “esto es mentira”. Pues ahora hay mucha gente que tiene acceso a la información. Siempre hay más inteligencia afuera de lo que uno es o de la unidad que uno considere. Siempre hay más conocimiento. Ya no puedo practicar el periodismo de la misma manera.
—¿Cómo analiza el fenómeno de las redes sociales?
—Está comprobado que en el mundo de hoy, gracias a la tecnología, las redes sociales han adquirido una eficacia que no tenían antes, y que pueden ser igual o más efectivas que las organizaciones jerárquicas. Hoy en día Al Qaeda como organización política y militar, los narcotraficantes como organización ilegal y los migrantes como gente que quiere resolver sus problemas usan una forma de relacionarse en red. Las autoridades de Estados Unidos, que son jerárquicas y que combaten esas tres cosas, no consiguen de verdad dominar –aunque sí controlar– a esos grupos que ellos consideran como enemigos (aunque no todos debería ser enemigos).
—¿Cómo se acercaría a una definición de Web2.0? ¿Qué propiedades encuentra en esas aplicaciones 2.0?
—La definición básica de Web 2.0 sería: la capacidad de leer, escribir y configurar. La internet es algo que al principio aprendemos a leer. Leemos la información que publica educ.ar, por ejemplo. Pero también hay muchos espacios donde se puede escribir, donde la gente pone contenido. Y esto es un principio de cambio muy importante. Hemos visto cómo municipios de América Latina y de la península ibérica utilizan internet para la transparencia, pero nadie presta atención a los espacios donde los ciudadanos pueden contribuir. Y esa contribución de los ciudadanos/usuarios es lo que está definiendo los proyectos que avanzan.
eBay sin participación de la gente no existe,
Google sin la participación de la gente no existe, etc. Hay un tercer elemento que hay que agregar a este primer nivel de definición de Web 2.0 y que es la capacidad de modificar, configurar, codificar la red.Entonces, escribir, leer y configurar está cambiando la naturaleza de los espacios accesibles en la red.En ese sentido, la clave de lo nuevo en internet son los esfuerzos para aprovechar la inteligencia colectiva. Por ejemplo: no hay duda de que en Google los algoritmos escritos por algunos informáticos son clave, pero funcionan bien porque nosotros hemos puesto miles de millones de enlaces. Cada vez que uno pone un enlace, cada vez que escribe una nota en un blog agrega algo a la nube de información.Yo creo que la Web2.0 es interesante porque marca en términos conceptuales el paso de la repetición del medio anterior a la apertura, a la conciencia y a la práctica de que hay cosas diferentes. Y el barómetro de esto es
Youtube.com, donde hay 100 millones de videos vistos cada día desde hace un mes; es una cosa enorme. Esto marca un salto en la relación con la Web.
—¿Con qué herramientas, con qué categorías aborda las tendencias en internet que investiga y sobre las que habla en sus artículos?
—Primero, no soy un académico. Mi profesión no es la de investigador académico. Lo que a mí me parece interesante es el juego entre el periodismo y el mundo académico. Por ejemplo, yo acabo de dirigir un trabajo colectivo sobre redes sociales en Estados Unidos y América Latina y eso me obligó a trabajar y discutir con los académicos. Eso me permite leer el interés, los criterios y el rigor académico, pero yo sigo paseando por el mundo viendo lo que pasa cuando pasa. Y el hecho que pase yo no tengo que explicarlo. Cuando yo veo 100 millones de videos vistos en Youtube.com yo no tengo que hacer un análisis académico. Ahí está, y yo digo que es importante porque me parece importante. Y ahí empieza la discusión. Entonces, yo creo que el hecho de estar como periodista tratando de ubicar dónde surgen las cosas interesantes y de tener un pie en el mundo académico para tratar de entender qué se puede sistematizar, qué existe como sistema, como método de aproximación, permite reflexionar y comprender qué pasa en el mundo. Para ver lo que pasa y entender lo que pasa tienes que jugar en esos universos. De allí mi interés por los trabajos pluridisciplinarios, de la exposición a varias prácticas, etcétera.—Usted ha explicado que acceso, uso y apropiación de las tecnologías son fases que definen la relación que tenemos con ellas. La apropiación, en general, se asocia a la capacidad de las personas de diseñar los usos de las tecnologías.
-¿Qué es, cómo se inscribe la apropiación?
—Si tuviera la respuesta, ya tendría el libro y te podría enviar a consultarlo. Y no estoy bromeando. Yo entiendo bien que hay una diferencia entre uso y apropiación, y que esa diferencia es clave. Y creo que podemos ponernos de acuerdo en algunos elementos de la definición. Pero hace dos o tres años que hago la pregunta sobre qué es la apropiación y no he encontrado una respuesta satisfactoria.La noción básica y simple sería usar la tecnología para fines propios. Por ejemplo, si tú quieres construir una red social para hacer algo y a la vez empiezas a modificar la herramienta para hacer eso. Esos son los dos elementos básicos.Por ejemplo, yo no uso Google ni Microsoft como página de inicio en mi computadora. Yo uso
Netvibes, porque puedo tener acceso a la información que decido. Eso sería un caso mínimo de apropiación. Para hacer esa página tuve que –no codificarla en el sentido duro de la palabra– sino poner el contenido que a mí me convenía e interesaba.Yo creo que muchas discusiones son sobre acceso y uso, y hoy en día tú puedes hablar de apropiación, pero si quieres tener una visión más compleja y completa y ser más eficiente yo sugiero introducir la idea de atracción al principio. Es decir, cómo le muestras a la gente que una tecnología es interesante.Hay cinco puntos clave: la atracción (o inducción, como propuso
Alejando Piscitelli), acceso (hace falta que todo el mundo tenga acceso), uso, apropiación (uso de las tecnologías que me ayuden a resolver problemas, y que mi vez pueda modelar) y cultura (que es indispensable para entender por qué lo estoy haciendo). Aunque, claro, no hay que tomar esto como una respuesta clara sino como una búsqueda necesaria.
—Usted asocia la apropiación a la capacidad de resolver problemas. Eso amplía la discusión y no se limita a la tentación de caer sólo en el asunto blog…
—Por supuesto. Y hay que precisar algo: que cada uno puede ser un grupo, una ONG, una asociación, etcétera. Sin embargo, dentro de 50 años todo el mundo sabrá meterle mano a un nivel sencillo de cosas. Claro que no hace falta tener un blog, pero hace falta poner información en el sitio del barrio sobre dónde hay basura, dónde hay accidentes, crímenes. O hace falta, por ejemplo, cuando se quiere construir un puente, decir los esquemas posibles, etcétera. Yo creo que hay que salir de la noción estrictamente de uso.
—¿Qué impacto tienen la idea de red y las tecnologías digitales que permiten organizarse de esa forma en las cuestiones ligadas al poder?
—El poder en la escuela, por ejemplo, está en cuestión y de varias maneras. En primer lugar el poder está en cuestión porque “el joven sabe más que el viejo”. Por lo tanto la traducción inmediata es que “el alumno sabe más y entiende más rápido que el maestro”. Me llamó mucho la atención, en ese sentido, la anécdota que me contó alguien anoche: con su nuevo celular quería ver cómo hacer funcionar los SMS y no lo lograba del todo. Está con su sobrino de nueve años que nunca había visto ese celular y que en cinco minutos, sin conocimiento previo, entiende cómo se hace. Ese es un caso limpiecito del conflicto generacional, pero también es algo más profundo.Esto tiene un efecto perturbador sobre los poderes. Son dos cosas: una es la cuestión del poder y el conocimiento, la otra es la cuestión del poder. Ya hemos hablado de que las redes pueden ser más eficientes que las estructuras jerárquicas. Ahora el saber es accesible a todos, modificado por todos y compartido entre todos. Entonces eso pone en cuestión los manejos dominantes del saber. Para decirlo de manera brutal: Google sabe más que cualquier maestro.Un ejemplo que me llamó mucho la atención, que no tiene que ver con los maestros pero hace referencia a la misma disposición física: el año pasado, en una conferencia en Estados Unidos, había un expositor que estaba diciendo lo que hacen en la empresa donde trabaja. Pero desde el año pasado, en Estados Unidos, en las conferencias que tienen que ver con tecnología muchos de los asistentes bloguean en vivo. Entonces, mientras los conferencistas exponen, los asistentes chequean en Google la información. En esta conferencia que recuerdo había una pantalla con los blogs y la conversación en chat de los participantes. Uno de los que estaban en la sala encontró en Google que lo que el conferencista estaba diciendo no era como lo explicaba. Eso empezó a circular por los blogs y el chat y de repente aparece en la pantalla un “eso no es cierto”. Se trata de un cuestionamiento físico, visual, experiencial de la autoridad.No se termina la paternidad ni la necesidad del maestro con internet. Pero lo que hay que cambiar es el modelo, y ese cambio es cultural, intelectual. En ese sentido, uno comprende que algunas personas no quieran el cambio.Fecha: Agosto de 2006