"El libro debe adaptarse a la cultura audiovisual", afirma el presidente del Grupo Planeta
Lara afirma que el libro debe adaptarse a la cultura audiovisual
El presidente del Grupo Planeta pide planes de fomento de la lectura
L. MORDAGES / I. PUNZANO - Barcelona
EL PAÍS - Cultura - 18-11-2005
José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, diseccionó ayer el negocio de la edición en la segunda jornada del simposio Los futuros de la industria editorial que se celebra en Barcelona. Le bastaron 35 minutos para, tras exponer los síntomas, diagnosticar los males y apuntar soluciones; soluciones que, según él, pasan por "adaptar el libro a la cultura audiovisual", exigir a las administraciones planes para fomentar la lectura y crear bibliotecas escolares y explorar los nuevos canales de venta: Internet y la teletienda.
"Sobrevivir en el futuro significa adaptarse a los cambios, asumir los retos que comportan y aprovechar las oportunidades que ofrecen". José Manuel Lara no se anduvo por la ramas. Fue preciso, rápido y claro. Tres son los síntomas de los males que aquejan al mundo del libro. Enumeró: el cambio en la formación educativa de los jóvenes crecidos en la cultura audiovisual, el escaso hábito de lectura y la transformación en el comercio editorial, ocupado en la mitad de su negocio por las grandes superficies. Y apuntó soluciones: planes para fomentar la lectura, creación de bibliotecas escolares, mantenimiento del precio fijo del libro y adaptarlo a la cultura audiovisual.
El editor no eludió referirse a la polémica del último premio Planeta, cuando el novelista Juan Marsé criticó la "falta de calidad literaria" de las obras finalistas. "Sabía que quería hacer esas declaraciones, me lo dijo y me pareció bien. Su problema es que sublima la literatura. Quiere que cada año gane el Quijote. Siempre hemos defendido que los premios literarios no son para descubrir a un autor. Lo que hacen es que se hable más de un libro".
Lara defendió el libro "como el instrumento de conocimiento por excelencia" y el modelo tradicional de librería, pero aseguró que las editoriales deben explorar nuevos conceptos de venta, como la teletienda -"para el best seller"- e Internet, aunque matizó que no aludía al libro virtual en cuya rentabilidad no cree.
La necesidad de mantener las librerías tradicionales fue sostenida también por Jamie Byng, director general de la editorial Canongate (Reino Unido), y Sigrid Kraus, directora literaria de Salamandra, que publica en España la saga de Harry Potter, dos sellos independientes que han logrado éxito en el mercado. "La distribución cada vez se estrecha más. Las librerías independientes quedan sepultadas por las grandes cadenas", apuntó Byng, mientras Kraus apostó por formas novedosas de acercar el libro al lector: "La verdadera revolución llegará cuando se puedan imprimir con facilidad y de manera económica los libros en casa, como ya se hace con las fotografías".
La voz de los libreros estuvo representada por Antonio Ramírez, director de La Central, una red con presencia en Barcelona y Madrid. El crecimiento y la calidad en la atención al cliente son, a su juicio, las únicas maneras de sobrevivir en el mercado. "La obligación de los libreros es percibir las razones por las que el comprador elige un libro". El elevado número de novedades editoriales y el impacto negativo del uso de las fotocopias son para Ramírez dos de los problemas con los que se enfrenta el sector.
En el encuentro también se analizó la relación entre la prensa y el libro con un debate, moderado por el crítico de literatura Javier Aparicio, en el que participaron los directores de El Periódico de Catalunya, Antonio Franco, de La Vanguardia, José Antich, y el de la edición catalana de El Mundo, Àlex Salmon. Franco y Antich abogaron por las promociones de libros que lanzan los diarios -que comprenden desde novelas a enciclopedias por entregas-, no sólo por su posible rentabilidad, sino también por el servicio público de promoción de la lectura que suponen.
1 comentario:
El tema de las fotocopias sí que se las trae. Puedo dar fe que en nuestras universidades, los estudiantes que hace ya rato no pueden acceder al libro, tampoco pueden comprar esas argamasas de fotocopias, mal reproducidas y generalmente sin pie de imprenta, salvo alguna grafía manuscrita hecha de prisa a puro bolígrafo por algún auxiliar de cátedra. ¿No os ocurre en el primer mundo, Dr. Somoza?
El Jinete Insomne
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